Aquest article en la seva versió original: Marca Hispànica
Este artigo en lingua galega: Europa Europa
¿Se va a convertir el árabe en una lengua de la Unión Europea de facto? Ésta es la pregunta clave –y terrorífica– que uno se plantea después de que el secretario de Estado para la Unión Europea, el canario Alberto Navarro González, haya solicitado, junto a sus homólogas francesa e italiana, Catherine Colonna y Emma Bonino, la creación de una emisión en árabe del canal Euronews, algo que, según declaraciones recogidas por la agencia France-Presse, y para más pasmo, “España viene pidiendo desde hace mucho tiempo”. Dicho de otra manera, parte de los impuestos que pagamos (se prevé invertir 5 millones de euros) se dedicará a dar cobertura, prestigio y difusión a una lengua, como mínimo, extranjera; se ayudarà, por este medio, a crear una fractura social entre los inmigrantes arabófonos y la sociedad europea de recepción en la cual deberían integrarse (Navarro González se refiere en concreto, como potenciales televidentes, “a los miles de musulmanes que residen en Europa”); y, también, servirá para crear precedentes ante eventuales intentos de oficialización del árabe como idioma de iure de la UE. El problema de inicio fue contar, bajo el paraguas de lo europeo, con una cadena no europea, la egipcia ERTU. Si Euronews se hubiera llamado “Meditnews”, el problema no habría existido.
Una solicitud así, ante la responsable de Relaciones Institucionales y Comunicación de la Comisión Europea, hace surgir de nuevo la duda de para quién se creen los políticos que gobiernan. Eso, en primer lugar. ¿Por qué no dejan en manos de Argelia, Egipto o Túnez (cuyas cadenas públicas de televisión son copropietarias de Euronews) una petición que afecta a estos países de manera más directa? Uno también se pregunta si no será este tipo de instancias, presentadas con todo el lenguaje baboso de lo solidario y lo multiculti, el espolón de proa de futuras demandas –o de hechos consumados– sobre cuya oficialidad nos enteraremos cuando no haya marcha atrás. Antes que indignación, una acción tan sumamente inconcebible de tres altos cargos (pagados por ciudadanos de países donde el árabe no es oficial) suscita una enorme tristeza. Porque actúan contra los intereses de Europa y porque no se han enterado, a estas alturas, de cuál es el argumento de la película. Ni conocen la historia ni les importa. Contribuyen así a que se extienda, entre los medios de comunicación y la clase política de despacho alfombrado, una eurofobia introyectada bajo la condición de sobreestima de lo diferente en detrimento de lo propio.
La siguiente cuestión es de dónde van a salir los profesionales de ese presumible canal en árabe de Euronews. Si salen de Europa, ¿por qué va a tener, en un ente público, más derechos un hablante de una lengua ajena a la UE que un usuario de una oficial o minoritaria de un Estado miembro? Espero que Polonia o Rumanía estén ya imprimiendo las protestas ante una desconsideración hacia sus millones de ciudadanos. O que Galicia y Portugal se unan en la demanda del uso de su lengua (una de las cinco principales del mundo, y la segunda románica). Si, por el contrario, los periodistas no provienen de Europa, sino de países árabes, ¿cómo va a afectar esto a la política de inmigración y a los permisos de trabajo? O, por otro lado, ¿cuál va a ser el criterio de la selección informativa?; sin ir más lejos, ¿cómo se tratará el conflicto que vive Israel?
Las formas se han perdido y resulta lamentable que ni siquiera los diplomáticos las mantengan. No creo que la principal función de Alberto Navarro sea cobrar un sueldo público para intentar que el árabe se convierta en una lengua en la cual los europeos nos gastemos millones. ¿Le importa tanto a un magrebí la política de nuestros Estados para haber de pagarle una traducción de cuanto aquí decidimos? Evidentemente no. Pero tal vez a los políticos sí les interese mostrar que la UE está abierta a su disolución. Tras Turquía, tal vez Marruecos pueda entrar (lo afirmaba hace años el ex presidente español, Felipe González), o, por qué no (lo defendió algún candidato socialista francés recientemente), el Magreb entero. Contarán con la ventaja de una televisión. Y a lo mejor a Alberto Navarro le hacen un monumento simbólico. Como a Don Julián.