domingo, 10 de junio de 2007

LA TUMBA DE LEÓNIDAS


En el año 480 a.C., un ejército de miles de hombres, encabezado por el emperador persa Jerjes I, acometió la invasión de las tierras griegas. En el mes de agosto de ese año iba a desarrollarse una de las batallas míticas por excelencia en la historia de Europa. Leónidas, rey de Esparta, se dirigió hacia las Termópilas para detener el avance de los asiáticos. No consiguió frenarlos, pero su muerte, y la de todos aquellos que lo acompañaban en primera línea, sirvió para que las tropas helenas se organizaran y alcanzasen en Salamina la victoria final. En La tumba de Leónidas (Barcelona, Áltera, 2006), Josep Carles Laínez relata esa batalla desde una perspectiva fiel y al tiempo legendaria, con una prosa que entremezcla la sugerencia del dietario y la épica del combate por unas ideas trascendentes. Con las debidas licencias en una obra de ficción, el espíritu que se transmite es el de un sacrificio asumido y necesario. Y, tal vez, desde nuestra visión contemporánea, tristemente incomprensible. No obstante, si somos ahora europeos, es porque Leónidas se inmoló en las Termópilas.